Texto argumentativo: El
Bosco y su Discurso sobre el Cielo y el Infierno
Este
texto tiene como fin exponer un análisis del discurso de uno de los pintores
más famosos de la historia, El Bosco, quien a través de sus obras plasma su
perspectiva acerca del contexto social y del comportamiento humano de su época.
Para ello, se presentará una biografía de este pintor y se estudiarán dos de
sus obras más importantes: El Juicio Final
y El Jardín de las Delicias.
Hieronymus
Bosch, más conocido como El Bosco, nació en la ciudad holandesa Hergenbosch, a
la cual debe su nombre. Debido a la falta de registros de la época en que se
desarrolló la vida del Bosco, la época medieval, no se tiene clara la fecha de
su nacimiento aunque se cree que fue aproximadamente en el año 1450; sin
embargo, su fecha de fallecimiento, gracias a un documento encontrado en los
registros de la hermandad a la que él pertenecía, es clara y se da en el año
1515.
Por
el contrario, de su ciudad natal se tiene mayor conocimiento. Se cree que era
un floreciente centro comercial y agrícola famoso por su importante mercado de
vestidos, por sus construcciones de órganos y por sus fundidores de campanas. La
ciudad parece haber tenido una vida religiosa bastante particular que cumplía
un papel fundamental y se evidenciaba en todos los ámbitos de la vida cotidiana
de la población, ejemplo de esto es el gran número de monasterios y conventos que
poseía la ciudad. “La presencia de tantos claustros y la competencia económica
que existía entre estos parecen haber desencadenado una considerable hostilidad
en la gente del pueblo, actitud que también se refleja, como veremos, en el
arte del Bosco” (Bosing, 2000).
Este
clima espiritual tan hostil y en decadencia no solo es característico de la
ciudad de Hertogenbosch, sino que hace parte del espíritu de la edad media;
época en la cual, “la interpretación de los textos, el simbolismo, el mismo
sentimiento religioso, todo va quedando no desnaturalizado, sino debilitado,
por la profanación progresiva” (Gauffreteau, 1969). Es así como la vida cotidiana
se distingue por los excesos. La gente de la época, que quiere vivir en la
espiritualidad y actuar según los preceptos que la iglesia proclama como suyos,
no puede dejar de lado los placeres carnales. Junto con ello, la imagen que la
iglesia da a conocer es siempre ambigua: una iglesia que se plantea como la
representación de todos los valores cristianos pero que sin embargo no cesa sus
ataques con La Inquisición y con la pedida de pagos a los fieles para el olvido
de sus pecados.
Todos
estos elementos presentes en la época influirán de manera significativa en la
obra del Bosco junto con un acontecimiento que marcó su vida. Se trata de un
incendio que comenzó a dos pasos de la casa del pintor, detrás del
ayuntamiento. Este se extendió rápidamente en todo el barrio y una parte de la
ciudad fue destruida por el fuego. En esa época, él era todavía un niño y en su
cabeza sensible y receptiva se quedó grabada esta imagen que plasmaría en sus
obras obsesionadas por las llamas y las humaredas rojizas. Desde el punto de
vista de Van Dijk podríamos estimar que el estado cognoscitivo del pintor se
vio afectado por un hecho que marcó su vida pero que sin embargo le causó un
interés tan grande que no lo ignoró. Como dice Van Dijk en el Capítulo Discurso, Cognición y Comunicación de su
libro Estructuras y Funciones del
Discurso: “Este estado cognoscitivo es específico para el contexto
particular: el lector/oyente tendrá más tarde o para otro discurso otros
conocimientos, creencias, deseos, actitudes, objetivos, etc. y, por lo tanto,
su estado cognoscitivo será distinto”. (Van Dijk. Pág. 87)
Teniendo
estos elementos en cuenta se hace posible realizar el análisis de sus obras, en
este caso se expondrán dos. La primera de ellas es una de sus obras más famosas:
El Jardín de las Delicias. Se trata
de un tríptico pintado al óleo sobre tabla de 220 x 389 cm, compuesto de una parte
central de 220 x 195 cm y dos laterales de 220 x 97 cada una (pintadas en sus
dos lados) que se pueden cerrar sobre aquella. Como la mayoría de las obras de
El Bosco, carece de datación. Algunos estudiosos y otros artistas la sitúan en
torno al año 1503, otras fuentes hablan de hacia 1510, o quizás en la actividad
final del pintor (1514-1515). Los análisis dendrocronológicos del roble de las
tablas lo datan entre 1460 y 1466, el catálogo de la exposición sobre el
artista celebrada en Róterdam en el año 2001 señala la fecha entre 1480 y 1490
mientras que la guía de visita editada por el Museo del Prado (lugar donde se
encuentra actualmente el tríptico) señala las fechas 1500-1505 (Wikipedia, 2014).
El
tríptico es una obra llena de símbolos, los cuales es posible apreciar tanto en
la parte interna como externa del cuadro. Allí se hace alusión al tercer día de
la creación del mundo donde se muestra a la Tierra llena de animales y plantas,
sin humanos; encerrada en una esfera de cristal que simboliza la fragilidad del
mundo la cual se rompe cuando el tríptico se abre y muestra un sinfín de
pecados con su preludio y sus consecuencias.
El
panel izquierdo muestra el paraíso cuyas figuras centrales son Adán, Eva y Dios
mismo. Al lado izquierdo de ellos se ve el Árbol de la Vida y a lo lejos se ve
el Árbol de la Ciencia del Bien y del Mal con la serpiente enroscada en él.
Junto a este árbol hay una piedra antropomorfa que simboliza el rostro oculto
de Satanás que anuncia la futura aparición del pecado junto con todas las demás
formas y seres extraños o demoníacos que rodean a los personajes principales.
Efectivamente,
en el panel central, se evidencia una gran cantidad de pecados derivados
especialmente de la lujuria. Comparándolo con el panel izquierdo, el paraíso
tiene una gran similitud con el paraíso de Adán y Eva lo que representa a la
Tierra llena de pecado. Pero, en este panel, Dios está ausente lo que podría
simbolizar su arrepentimiento, como lo dice en Génesis 6:5-7: “Y vio Jehová que
la maldad de los hombres era mucha en la Tierra, y que todo designio de los
pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal. Y se arrepintió
Jehová de haber hecho hombre en la Tierra, y le dolió en su corazón. Y dijo
Jehová: Raeré de sobre la faz de la Tierra a los hombres que he creado, desde
el hombre hasta la bestia, y hasta el reptil y las aves del cielo; pues me
arrepiento de haberlos hecho.(La Santa Biblia, 1960)”
Finalmente,
en el panel de la derecha, está dibujado el Infierno con múltiples
representaciones de torturas y condenas, consecuencia de los pecados cometidos
deliberadamente en la Tierra. A través de distintos personajes, bestias y
extrañas torturas se evidencia el castigo a pecados como la avaricia, la
pereza, la gula, la lujuria y la soberbia junto con la gravedad de estos
pecados. Aún se desconoce por qué El Bosco considera la música como un pecado o
por qué pinto instrumentos musicales en su representación del Infierno. La
distinción del color, que pasó de los vivos tonos azules y verdes a lúgubres
rojizos y colores tierra, hace alusión al tormento del Infierno y que el
paraíso se acabó: todos pagan por lo que hicieron.
En
cuanto al estilo de la obra, se evidencia que el Bosco era un maestro en el
dibujo, en el manejo del color claroscuro, el tratamiento de la luz y la
perspectiva, los paisajes que son reales e irreales al mismo tiempo. La
composición del tríptico es caótica debido a la gran cantidad de escenas y
personajes que parecen estar ubicados sin orden específico pero que al ser
detallados sí están ordenados. Se puede notar que ubica la línea del horizonte
muy arriba en la tabla para lograr un efecto de profundidad y así poder dibujas
planos muy diferentes el uno del otro pero que se funden entre sí. El paraíso y
la tierra están unidos por la misma claridad e incluso por el mismo horizonte,
pero en el Infierno la claridad no existe y el horizonte parece haber desaparecido
dando un ambiente nocturno y desesperanzador.
Además
del jardín de las delicias, la otra obra que da cuenta no solamente la
influencia del contexto en la obra del Bosco sino también muchos aspectos de su
estado cognoscitivo, es El juicio final.
En esta obra en forma de tríptico se refleja una de las mayores preocupaciones
de la época, la llegada de Cristo a la tierra para juzgar a todos los seres
humanos y recompensarlos por lo que han hecho en su vida; y, en una época en la
que el pecado y la insensatez estaban tomando un papel cada vez más relevante,
este juicio representaba el “fuego eterno”, el infierno. Con esta pintura, el
Bosco representaba la visión de la naturaleza humana en la Edad Media “el
hombre, corrupto por el pecado de Adán, lucha débilmente con sus inclinaciones
perversas, con mayor probabilidad de hundirse al nivel de las bestias que de
elevarse al de los ángeles” (Boring, 2000. Pág. 25).
El juicio final,
ubicado en la Academia de Bellas Artes de Viena, se trata de un tríptico, es
decir una obra de arte que se divide en tres secciones o paneles, pintado al
óleo sobre tabla de 163,7 cm por 242 cm, tanto en la parte exterior como
interior de este. Los historiadores creen que fue realizada aproximadamente en
el año 1482 o después. En la parte exterior del lado izquierdo está
representado Santiago de Compostela y en la derecha San Bavón. En la parte
interna, en el postigo izquierdo se encuentra la representación que hace el
Bosco de el paraíso, plasmando los
tres momentos que se desarrollan en el libro del Génesis: la creación, el
pecado y con ello el destierro.
En
la tabla central se presenta el Juicio
final caracterizada por tres elementos, como lo menciona Walter Bosing en
su análisis de esta obra: el primero de ellos es la pequeña e insignificante
corte celestial que acompaña a Cristo en el cielo; el segundo, todo lo que se
encuentra debajo de la corte celestial, que hace ver el juicio como el cataclismo
universal en el cual la mayor parte del género humano perece, y el tercero y
último se refiere al cuadro central en su totalidad que hace referencia a la
tierra en su agonía final consumida por el fuego y el sufrimiento.
En
la última parte del cuadro, el postigo derecho, El Bosco pinta el infierno. Para él, las agonías del
infierno son principalmente físicas y la forma en que los demonios las llevan a
cabo es infinita. Algunos autores creen que este pintor represento en algunos
de los castigos cada uno de los pecados que señala en su cuadro El tablero de los siete pecados capitales y
las cuatro postrimerías. Así, por ejemplo la avaricia es castigada con el
ser quemado en la caldera, la gula con el beber vino de un barril con líquido
de dudosa procedencia, la ira poniéndole herraduras a los seres pecadores,
entre otros; sin embargo, no es claro si esta hipótesis sea cierta. Es allí
donde “El Bosco expresa eficazmente el concepto medieval del infierno, como un
estado en el cual se convierten en un caos las leyes de la naturaleza que
fueron establecidas por la divinidad” (Boring, 2000. Pág. 36); lo cual
complementa, con la representación de especies espeluznantes que no pueden ser
definidas o descritas debido a su rareza.
Este
análisis un tanto estructural de la obra, no solamente refleja la influencia
del contexto en el que vivía El Bosco respecto a cómo desarrollo sus pinturas,
sino que también da cuenta de elementos propios de sus creencias, de su
ideología respecto al cielo, al infierno y en general, hacia las conductas
humanas. Esto permite ver que como dice van Dijk en su libro Ideologías: una aproximación
multidisciplinaria (1998), que el
discurso ideológico se reproduce y se hace evidente en las situaciones sociales
en general y en los contextos específicos del discurso, lo que sugiere que al
final estas ideologías no sean propiamente grupales sino que tiendan a ser
individuales, ya que cada uno tiene una percepción particular de esas creencias
de acuerdo a su experiencia pero además cada uno pertenece a varios grupos
ideológicos al mismo tiempo.
Con
ello se entiende que para poder comprender los cuadros de El Bosco es necesario
tener ciertos conocimientos previos acerca de la simbología del arte, el arte
en la Edad Media y, evidentemente, de la religión (Católica, especialmente) y
la Biblia, ya que son estos aspectos los que permitirán entender la intención
del pintor y el significado real de sus pinturas; es decir “se estructura la
representación del discurso no solo internamente,
sino externamente en relación a
mucha otra información”. (Van Dijk. Pág. 86).
Además,
como afirma Van Dijk en su libro Ideología: una aproximación multidisciplinaria
(1998) “además de las condiciones
contextuales de credibilidad, también la naturaleza de las estructuras
semánticas (y otras) pueden tener (para distintos participantes) diferentes
influencias en la construcción y aceptación de modelos, y en la subsiguiente
generalización a representaciones sociales que son parte de la reproducción
ideológica”; lo que muestra la posibilidad de que se den diferentes
interpretaciones de un mismo signo y que en ellas influya el elemento
cognoscitivo propio de cada observador, pero que este conocimiento siga siendo
lo suficientemente general como para que otros lo reconozcan.
El
llamativo arte del El Bosco también influyó en muchos autores y otros artistas
que quisieron analizar sus obras y darles fecha. Sin embargo, el primero en ser
influenciado fue el sacerdote español José de Sigüenza puesto que fue el primer
analista del pintor. Esta es su opinión: “La diferencia entre las pinturas del
Bosco y las de otros es que los demás procuraron pintar al hombre tal cual
parece por fuera; éste sólo se atrevió a pintarle cual es por dentro (...) Los
cuadros del Bosco no son disparates, sino unos libros de gran prudencia y
artificio, y sí disparates son los nuestros, no los suyos, y, por decirlo de
una vez, es una sátira pintada de los pecados y desvaríos de los hombres”
(Pijoán. Pág. 136) Esto evidencia la influencia dentro del ámbito de la
psicología social que generó en él el discurso pictórico de El Bosco. En palabras
de Van Dijk “(…) la psicología social y
del estudio de la comunicación de las
masas. Estas disciplinas examinan cómo un individuo es influido por el
discurso de otro y cómo grupos de individuos son así influidos por procesos de
comunicación pública en el contexto social.” (Van Dijk. Pág. 98). Así que, como
vimos anteriormente, tal influencia hizo que el estado cognoscitivo del
sacerdote cambiara, haciéndole reproducir
otro discurso: el libro Fundación del
Monasterio de El Escorial en 1605.
Bibliografía
Bosing,
W. (2000). El bosco: entre el cielo y el
infierno. Germany: Benedikt
Taschen Verlag Gmbh Hohenzollernring.
Gauffreteau, M. (1969). Hieronymus bosch “el bosco”. Barcelona: Editorial Labor,
SA.
Dijk,
T. (1996). Estructuras y funciones del
discurso. España: Siglo XXI editores.
Dijk,
T. (1998). Repreduccion. En: Ideología: una aproximación
multidisciplinaria. Barcelona: Gedisa editorial.
---.
(2014). El jardín de las delicias.
Tomado de http://es.wikipedia.org/wiki/El_jard%C3%ADn_de_las_delicias.
---.
El jardín de las delicias. Tomado de:
http://mupart.uv.es/ajax/file/oid/963/fid/2047/JARDIN%20DE%20LAS%20DELICIAS.pdf
---.
La Santa Biblia. Sociedades Bíblicas
en América Latina. Edición: Reina Valera.