En este blog se presenta el análisis del discurso de algunos pintores y sus obras más importantes, resaltando el impacto que estas tuvieron en el mundo del arte ya que marcaron una tendencia o contribuyeron ideológicamente a reforzar algunas creencias que se tenían en el tiempo y el contexto en el que se desarrollaron, gracias a que evidenciaron el estado cognoscitivo de cada pintor y la intención que cada uno tenía.

Esto, con el objetivo de entender la multiplicidad del concepto Discurso, que puede ser estudiado no solamente desde la perspectiva de lo textual, y en este caso específico, los elementos simbólicos que allí se plasman sino también de lo perceptible en una conversación, en un acto de interacción real. El discurso se entiende entonces como un producto social y cultural, concepto al que se le da primacía en este blog, resaltando la importancia y la influencia que tiene el contexto en la constitución de un discurso, cualquiera que sea su objetivo.

Por ello, este análisis va dirigido no solamente a quienes aprecian la pintura y la conciben como un elemento portador de significado sino también a todos aquellos interesados en lograr entender el discurso desde un perspectiva más amplia y ligada a todos los procesos de la vida social, aquellos que quieren comprender cómo se interpreta un discurso y cuál es su trascendencia.

lunes, 24 de noviembre de 2014

Intertextualidad

Para crear la intertextualidad se compararán las obras de "El Bosco" con las del ilustrador francés Gustave Doré cuya una de sus obras más importantes fue ilustrar algunas escenas de "La Divina Comedia" escrita por Dante Alghieri. 

Paul Gustave Doré nació en Estrasburgo, Francia el 6 de enero de 1832 y murió en París el 23 de enero de 1883. Además de ilustrador, también fue pintor, grabador y escultor y no solo ilustró la Divina Comedia, sino también la Biblia, el poema "El Cuervo" de Edgar Allan Poe, dibujó algunos trabajos de Lord Byron junto con "El Paraíso Perdido" de John Milton, entre otros.

A continuación se encuentran algunas de las imágenes creadas por Gustave Doré para "La Divina Comedia".











domingo, 16 de noviembre de 2014

Jackson Pollock

http://www.biografiasyvidas.com/biografia/p/pollock.htm


Genios de la Pintura 08 de 024 El Bosco [Documental]

Reseña Nº4: La cognición social y su relación con el discurso

Con el fin de hacer un estudio pertinente e integral del papel de la cognición social y su influencia en la concepción del discurso, Charles Antaki y Susan Condor en el capítulo 12 del libro que contiene las recopilaciones hechas por Teun van Dijk (Estructuras y funciones del discurso) denominado Cognición social y discurso, proponen un análisis del término cognición social desde dos perspectivas: el enfoque mentalista centrado en los procesos mentales internos que llevan a cabo los sujetos de manera consciente en el momento de la construcción del discurso; y el enfoque constructivista que interpreta el discurso como un conjunto de acciones públicas con funciones sociales.
Para ello, los autores dividen el texto en cuatro partes: en sus inicios se define qué es la cognición social; después, se describe desde una mirada mentalista analizando su relación con el discurso; en la tercera parte, y entendida como una de las partes más importantes y a las que los autores dedican la mayor parte del capítulo, la base social de la cognición desde tres perspectivas, relacionándolas siempre con el discurso; y para finalizar, los autores realizan un resumen con las conclusiones pertinentes para finalizar el capítulo.
Susan Condor es una profesora de Psicología social, Cultura y Comunicación en el departamento de pedagogía de la Universidad de Lancaster del Reino Unido, interesada en la construcción discursiva de la identidad nacional, los estereotipos y las categorías en la conversación, junto con la comprensión del tiempo y la historia derivadas del sentido común. Su compañero, Charles Antaki, con quien dio forma y sentido a este capítulo, es un profesor adjunto de Lenguaje y Psicología social en el departamento de ciencias sociales de la Universidad de Loughborough de Inglaterra, quien como deja ver su libro Explaining and Arguing: the social organisation of accounts (1994), ha centrado sus investigaciones en el conversación, el posicionamiento y la identidad.
La cognición social, desde la mirada de la Psicología social que “es la disciplina que estudia cómo los fenómenos psicológicos están determinados y configurados por procesos sociales y culturales” (Velásquez, 2009); se refiere al procesamiento mental automático que hacen los individuos de la información que obtienen de sí mismos y de su mundo social, siendo estos mecanismos internos los que median entre los estímulos externos y la producción de respuestas de los participantes de la situación en cuestión. Esto ocasiona que cuando se habla de discurso sea necesario centrarse en aquellos procesos de intelección implicados en la producción del mismo, como lo son la selección y uso de la información. El discurso es entonces analizado como “lenguaje por encima de la oración” (Condor, S. Antaki, C.1980. pág. 456) ya que implica entender cómo se comprende y con ello se produce un nuevo discurso, siendo claro el hecho de que aunque el contexto será tenido en cuenta no influirá de manera significativa en el desarrollo de estas fases.
Este enfoque mentalista estudia principalmente el cómo los sujetos clasifican la información proveniente de los estímulos externos estableciendo categorías, esquemas y modelos, junto con el cómo ellos logran asimilar esa información es decir, cómo combinan y calculan los datos para llegar a una atribución de causas, para entender las actitudes que se toman en situaciones específicas que tienen un origen netamente cognitivo y para realizar inferencias sociales de acuerdo a los elementos que se perciben en el entorno.
En completa oposición a esta mirada, se posiciona aquella que destaca la base social de la cognición, un conocimiento compartido que sitúa al sujeto como un actor social activo; siendo esa perspectiva aquella que los autores señalan como más importante. Para estudiar esta perspectiva de manera que sea posible recogerla en toda su amplitud, los autores plantean tres enfoques principales; el primero “considera al individuo como portador de una cultura particular o de un conjunto de ideologías” (Condor, S. Antaki, C.1980. Pág. 465); es decir, entiende que las expresiones y actitudes que tienen los sujetos de las diferentes situaciones dan cuenta de un legado social y cultural que ha sido construido paulatinamente en contextos específicos que tienen sus propias creencias, ideologías y estereotipos.
El segundo enfoque considera a los sujetos como miembros de grupos con los cuales tienen intereses compartidos, que se ven influenciados en sus formas de intelección y acción por los mismos. Se forma entonces una identidad social que reúne de manera masiva una población que percibe una situación, la explica y la asimila de manera parecida, planteando categorías generales que justifican o por el contrario rechazan tanto las formas de expresión propias como la de grupos ajenos a ellos.
El tercer enfoque se centra en los procesos de intercambio interpersonal como elementos que construyen y dan cuenta del estado cognoscitivo de un individuo y de su sociedad. Se entiende entonces al discurso como un producto elaborado por varios sujetos que tiene un carácter público y que por lo tanto, adquiere sentido cuando se analiza teniendo en cuenta los aportes de todos los participantes, cuando la esencia social toma el papel principal.
Esta, retoma algunos elementos desarrollados por el enfoque mentalista para estudiarlos desde la perspectiva social; por ejemplo, entiende las actitudes no como productos mentales sino como “construcciones discursivas” (Condor, S. Antaki, C.1980. Pág. 473), en los que tendrá lugar no solo el sujeto como individuo, sino la sociedad y los grupos a lo que él pertenece y que condicionan su manera de actuar y aprehender el mundo, las temáticas que dentro de la conversación se están desarrollado y también el entorno inmediato en el que se encuentran quienes hacen parte de esta interacción. Entiende además el pensamiento y la memoria como elementos públicos que tienen validez y se ponen a prueba en contextos sociales y que ensamblados en lo que se conoce como discurso, generan un impacto y una influencia significativa en los oyentes, con los que se llega al final a realizar una construcción conjunta del conocimiento en cuestión.
En rasgos generales, el capítulo da una perspectiva bastante amplia acerca de la influencia que tiene la cognición social en el discurso, haciendo entender al lector que cada elemento que conforma un discurso desde sus participantes hasta el entorno, las construcciones sociales, las temáticas, las actitudes de quienes interactúan, sus ideologías y creencias junto con otros procesos mentales; tiene una trascendencia y una importancia que lo definen, que lo hacen ser como es y que además contribuyen de manera significativa a que cada ser humano pueda reconstruirse y reconstruir la sociedad o grupo al que hace parte.
Es importante destacar esta importancia que da al carácter social ya que un discurso, cualquiera que sea su temática o forma de manifestación, da cuenta de todos los procesos mentales individuales de cada sujeto que han sido construidos y que tienen sentido solo cuando se sitúan en ambientes reales y cuando tienen utilidad; cuando permiten a un sujeto entender una pintura, un libro, un cuento y todas las significaciones que estos pueden tener dentro de las situaciones a las que cada uno esté dispuesto a enfrentar.

Bibliografía
Condor, S. Antaki, C. (1980). Cognición social y discurso. En: Dijk, T. Estructuras y funciones del discurso. (1980). México D.F. Siglo Veintiuno Editores, S.A de C.V.

Velásquez, N.  (2009). La psicología social: una aproximación desde la perspectiva ideológica. Editorial: Revista electrónica de psicología social «Poiésis». Recuperado de: file:///C:/Users/ACER/Downloads/137-525-1-PB.pdf.
Reseña Nº 3: La reproducción social de las ideologías

Dijk, T. (1998). Reproducción. En: Ideologías: una aproximación multidisciplinaria. Barcelona: Gedisa editorial.

Teun van Dijk, en el capítulo 23 denominado reproducción de su libro ideologías: una aproximación multidisciplinaria, plantea la importancia y la influencia que tiene el discurso ideológico en los diferentes contextos, ya que no solamente exhibe un conocimiento a través de determinadas prácticas sociales, sino que además establece y normaliza ciertos criterios de evaluación que buscan persuadir y manipular a la población para que adapte un conjunto de creencias e intereses. Para dar cuenta de esto, el autor divide el capítulo en dos secciones, con las que, en primer lugar, aclara el concepto central del capitulo que es “la reproducción” y en segundo lugar, establece una relación entre este y el discurso, planteándolos en términos del contexto y de las estructuras propias de estos elementos.
Teun Adrianus van Dijk, es un lingüista neerlandés famoso por ser uno de los fundadores del Análisis crítico del discurso. Sus investigaciones, centradas en el discurso, desarrollan aspectos como la teoría literaria, la pragmática del discurso, la psicología del procesamiento del discurso, las noticias, el discurso racista, la ideología, el conocimiento y el contexto, entre otros; dándole importancia a cada uno de estos aspectos para el entendimiento del discurso en toda su magnitud y complejidad.
El capítulo inicia con la definición, por parte del autor, del significado de la palabra reproducción desde el punto de vista de las ideologías, vistas estas como un conjunto de creencias o ideas que caracterizan el pensamiento de un grupo acerca de cualquier tema; entendiéndola como un proceso continuo de construcción y producción de prácticas sociales, es decir un hacer constante, la creación de actitudes y formas de manifestación nuevas y propias de un grupo con una creencia particular.
Estas prácticas sociales son analizables desde dos ámbitos; el primero incluye un macronivel, que puede ser tanto la ideología que será reproducida como el grupo encargado de hacerlo; y un micronivel que comprende el uso particular o practica real de estas creencias y, en el caso del grupo, los miembros y especialmente aquellos nuevos usuarios que son los que las adquieren a través del aprendizaje, la socialización o la adopción, y la aprenden a usar en situaciones reales de manera constante, lo que hace que cada una de estas perspectivas que se defienden se mantengan y se transformen siempre dentro de contextos culturales específicos. El segundo ámbito estudia la naturaleza local y contextual del discurso ideológico como elemento fundamental para entender las formas de manifestación de los sujetos en cuestión dependiendo de la creencia que defiendan y de la situación en la que se encuentran, recordando que una sobre generalización puede llevar a malentender el porqué de las prácticas y el impacto que pueden tener en cada sujeto y en su contexto.
Habiendo aclarado este término, el autor empieza a desarrollar este tema desde su relación directa con el discurso. Es así como empieza aclarando que el discurso propiamente ideológico, no solo cumple el papel de exhibir los conocimientos que tiene quien produce el discurso o los que posee el grupo en general, sino que además da cuenta de la pertenencia y lealtad de alguien hacia el grupo, la normalización de los criterios de evaluación que ellos pueden lograr, la evaluación de las prácticas sociales que se deben realizar continuamente y finalmente, la persuasión y manipulación que logran a través de sus conductas, es decir de su discurso.
Es así como el discurso ideológico se reproduce y se hace evidente en las situaciones sociales en general y en los contextos específicos del discurso, lo que sugiere que al final estas ideologías no sean propiamente grupales sino que tiendan a ser individuales, ya que cada uno tiene una percepción particular de esas creencias de acuerdo a su experiencia pero además cada uno pertenece a varios grupos ideológicos al mismo tiempo.
Esto implica que determinar si hay una ideología general o no sea complicado. Sin embargo, siempre existirán ciertos elementos únicos, como la lengua o cierto tipo de comportamientos y expresiones, que harán que los demás grupos se den cuenta de las categorías ideológicas subyacentes a cada miembro de una comunidad. Esto pone en evidencia que “las condiciones de reproducción son tan complejas como las estructuras del contexto y del discurso, y las estrategias de interpretación y representación social combinadas” (1991), lo que hace que factores como la credibilidad de ciertos tipos de discursos dependan de manera trascendental de elementos como el prestigio de los actores o participantes principales de la ideología.
Es por ello que dentro del análisis del discurso de una ideología, no solamente se debe realizar un análisis contextual o situacional de estas prácticas sociales, ya que la información obtenida sería insuficiente; se debe realizar un estudio estructural del discurso, lo sintáctico, lo gráfico, lo retórico pero sobretodo lo semántico, porque como aclara van Dijk “además de las condiciones contextuales de credibilidad, también la naturaleza de las estructuras semánticas (y otras) pueden tener (para distintos participantes) diferentes influencias en la construcción y aceptación de modelos, y en la subsiguiente generalización a representaciones sociales que son parte de la reproducción ideológica” (1998).
Con este texto, van Dijk aclara lo referente al estudio de la reproducción de discurso, específicamente el discurso ideológico, analizándolo en primer lugar, desde una perspectiva social como elemento intrínseco que determina las características particulares de ciertos grupos, como sus comportamientos o actitudes, pero que además hace parte de cualquier miembro de una comunidad; y, en segundo lugar, teniendo en cuenta la incidencia que tiene en los grupos sociales gracias a una serie de elementos estructurales que componen el discurso.
Es claro que como afirma este lingüista el papel de los discursos ideológicos en las distintas sociedades es significativo; puesto que incide, de manera intencional o no, en nuestras estructuras cognoscitivas, las cuales determinan nuestros comportamientos o conductas y nos permiten escoger a que grupos sociales queremos o no pertenecer. Estas conductas, que se ponen en práctica cotidianamente, son las que permiten comprender y asimilar la realidad de distintas maneras.
Así, la manera en la que entendemos una pintura que tiene como base una teoría ideológica religiosa no será la misma a como concebimos una fotografía de un paisaje, ya que los conocimientos previos que tenemos de cada una, las creencias o intereses definirán la importancia que una u otra tendrá para nosotros. Además, si por ejemplo la pintura corresponde a una concepción religiosa diferente a la que pertenecemos y con la que no simpatizamos esto representara un discurso que no cautivará la atención de su receptor.


Pero, este discurso ideológico deberá analizarse no solo desde la perspectiva del receptor, sino por supuesto desde la perspectiva del emisor quien, pondrá en evidencia todas sus creencias y concepciones de la realidad, en la pintura en el caso del pintor, en el libro en el caso del escritor o en la melodía en el caso del músico; con el objetivo de persuadir a alguien o simplemente de comunicarse con los demás.

viernes, 14 de noviembre de 2014

Texto argumentativo: El Bosco y su Discurso sobre el Cielo y el Infierno

Este texto tiene como fin exponer un análisis del discurso de uno de los pintores más famosos de la historia, El Bosco, quien a través de sus obras plasma su perspectiva acerca del contexto social y del comportamiento humano de su época. Para ello, se presentará una biografía de este pintor y se estudiarán dos de sus obras más importantes: El Juicio Final y El Jardín de las Delicias.
Hieronymus Bosch, más conocido como El Bosco, nació en la ciudad holandesa Hergenbosch, a la cual debe su nombre. Debido a la falta de registros de la época en que se desarrolló la vida del Bosco, la época medieval, no se tiene clara la fecha de su nacimiento aunque se cree que fue aproximadamente en el año 1450; sin embargo, su fecha de fallecimiento, gracias a un documento encontrado en los registros de la hermandad a la que él pertenecía, es clara y se da en el año 1515.
Por el contrario, de su ciudad natal se tiene mayor conocimiento. Se cree que era un floreciente centro comercial y agrícola famoso por su importante mercado de vestidos, por sus construcciones de órganos y por sus fundidores de campanas. La ciudad parece haber tenido una vida religiosa bastante particular que cumplía un papel fundamental y se evidenciaba en todos los ámbitos de la vida cotidiana de la población, ejemplo de esto es el gran número de monasterios y conventos que poseía la ciudad. “La presencia de tantos claustros y la competencia económica que existía entre estos parecen haber desencadenado una considerable hostilidad en la gente del pueblo, actitud que también se refleja, como veremos, en el arte del Bosco” (Bosing, 2000).
Este clima espiritual tan hostil y en decadencia no solo es característico de la ciudad de Hertogenbosch, sino que hace parte del espíritu de la edad media; época en la cual, “la interpretación de los textos, el simbolismo, el mismo sentimiento religioso, todo va quedando no desnaturalizado, sino debilitado, por la profanación progresiva” (Gauffreteau, 1969). Es así como la vida cotidiana se distingue por los excesos. La gente de la época, que quiere vivir en la espiritualidad y actuar según los preceptos que la iglesia proclama como suyos, no puede dejar de lado los placeres carnales. Junto con ello, la imagen que la iglesia da a conocer es siempre ambigua: una iglesia que se plantea como la representación de todos los valores cristianos pero que sin embargo no cesa sus ataques con La Inquisición y con la pedida de pagos a los fieles para el olvido de sus pecados.
Todos estos elementos presentes en la época influirán de manera significativa en la obra del Bosco junto con un acontecimiento que marcó su vida. Se trata de un incendio que comenzó a dos pasos de la casa del pintor, detrás del ayuntamiento. Este se extendió rápidamente en todo el barrio y una parte de la ciudad fue destruida por el fuego. En esa época, él era todavía un niño y en su cabeza sensible y receptiva se quedó grabada esta imagen que plasmaría en sus obras obsesionadas por las llamas y las humaredas rojizas. Desde el punto de vista de Van Dijk podríamos estimar que el estado cognoscitivo del pintor se vio afectado por un hecho que marcó su vida pero que sin embargo le causó un interés tan grande que no lo ignoró. Como dice Van Dijk en el Capítulo Discurso, Cognición y Comunicación de su libro Estructuras y Funciones del Discurso: “Este estado cognoscitivo es específico para el contexto particular: el lector/oyente tendrá más tarde o para otro discurso otros conocimientos, creencias, deseos, actitudes, objetivos, etc. y, por lo tanto, su estado cognoscitivo será distinto”. (Van Dijk. Pág. 87)
Teniendo estos elementos en cuenta se hace posible realizar el análisis de sus obras, en este caso se expondrán dos. La primera de ellas es una de sus obras más famosas: El Jardín de las Delicias. Se trata de un tríptico pintado al óleo sobre tabla de 220 x 389 cm, compuesto de una parte central de 220 x 195 cm y dos laterales de 220 x 97 cada una (pintadas en sus dos lados) que se pueden cerrar sobre aquella. Como la mayoría de las obras de El Bosco, carece de datación. Algunos estudiosos y otros artistas la sitúan en torno al año 1503, otras fuentes hablan de hacia 1510, o quizás en la actividad final del pintor (1514-1515). Los análisis dendrocronológicos del roble de las tablas lo datan entre 1460 y 1466, el catálogo de la exposición sobre el artista celebrada en Róterdam en el año 2001 señala la fecha entre 1480 y 1490 mientras que la guía de visita editada por el Museo del Prado (lugar donde se encuentra actualmente el tríptico) señala las fechas 1500-1505 (Wikipedia, 2014).
El tríptico es una obra llena de símbolos, los cuales es posible apreciar tanto en la parte interna como externa del cuadro. Allí se hace alusión al tercer día de la creación del mundo donde se muestra a la Tierra llena de animales y plantas, sin humanos; encerrada en una esfera de cristal que simboliza la fragilidad del mundo la cual se rompe cuando el tríptico se abre y muestra un sinfín de pecados con su preludio y sus consecuencias.
El panel izquierdo muestra el paraíso cuyas figuras centrales son Adán, Eva y Dios mismo. Al lado izquierdo de ellos se ve el Árbol de la Vida y a lo lejos se ve el Árbol de la Ciencia del Bien y del Mal con la serpiente enroscada en él. Junto a este árbol hay una piedra antropomorfa que simboliza el rostro oculto de Satanás que anuncia la futura aparición del pecado junto con todas las demás formas y seres extraños o demoníacos que rodean a los personajes principales.
Efectivamente, en el panel central, se evidencia una gran cantidad de pecados derivados especialmente de la lujuria. Comparándolo con el panel izquierdo, el paraíso tiene una gran similitud con el paraíso de Adán y Eva lo que representa a la Tierra llena de pecado. Pero, en este panel, Dios está ausente lo que podría simbolizar su arrepentimiento, como lo dice en Génesis 6:5-7: “Y vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la Tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal. Y se arrepintió Jehová de haber hecho hombre en la Tierra, y le dolió en su corazón. Y dijo Jehová: Raeré de sobre la faz de la Tierra a los hombres que he creado, desde el hombre hasta la bestia, y hasta el reptil y las aves del cielo; pues me arrepiento de haberlos hecho.(La Santa Biblia, 1960)”
Finalmente, en el panel de la derecha, está dibujado el Infierno con múltiples representaciones de torturas y condenas, consecuencia de los pecados cometidos deliberadamente en la Tierra. A través de distintos personajes, bestias y extrañas torturas se evidencia el castigo a pecados como la avaricia, la pereza, la gula, la lujuria y la soberbia junto con la gravedad de estos pecados. Aún se desconoce por qué El Bosco considera la música como un pecado o por qué pinto instrumentos musicales en su representación del Infierno. La distinción del color, que pasó de los vivos tonos azules y verdes a lúgubres rojizos y colores tierra, hace alusión al tormento del Infierno y que el paraíso se acabó: todos pagan por lo que hicieron.
En cuanto al estilo de la obra, se evidencia que el Bosco era un maestro en el dibujo, en el manejo del color claroscuro, el tratamiento de la luz y la perspectiva, los paisajes que son reales e irreales al mismo tiempo. La composición del tríptico es caótica debido a la gran cantidad de escenas y personajes que parecen estar ubicados sin orden específico pero que al ser detallados sí están ordenados. Se puede notar que ubica la línea del horizonte muy arriba en la tabla para lograr un efecto de profundidad y así poder dibujas planos muy diferentes el uno del otro pero que se funden entre sí. El paraíso y la tierra están unidos por la misma claridad e incluso por el mismo horizonte, pero en el Infierno la claridad no existe y el horizonte parece haber desaparecido dando un ambiente nocturno y desesperanzador.
Además del jardín de las delicias, la otra obra que da cuenta no solamente la influencia del contexto en la obra del Bosco sino también muchos aspectos de su estado cognoscitivo, es El juicio final. En esta obra en forma de tríptico se refleja una de las mayores preocupaciones de la época, la llegada de Cristo a la tierra para juzgar a todos los seres humanos y recompensarlos por lo que han hecho en su vida; y, en una época en la que el pecado y la insensatez estaban tomando un papel cada vez más relevante, este juicio representaba el “fuego eterno”, el infierno. Con esta pintura, el Bosco representaba la visión de la naturaleza humana en la Edad Media “el hombre, corrupto por el pecado de Adán, lucha débilmente con sus inclinaciones perversas, con mayor probabilidad de hundirse al nivel de las bestias que de elevarse al de los ángeles” (Boring, 2000. Pág. 25).
El juicio final, ubicado en la Academia de Bellas Artes de Viena, se trata de un tríptico, es decir una obra de arte que se divide en tres secciones o paneles, pintado al óleo sobre tabla de 163,7 cm por 242 cm, tanto en la parte exterior como interior de este. Los historiadores creen que fue realizada aproximadamente en el año 1482 o después. En la parte exterior del lado izquierdo está representado Santiago de Compostela y en la derecha San Bavón. En la parte interna, en el postigo izquierdo se encuentra la representación que hace el Bosco de el paraíso, plasmando los tres momentos que se desarrollan en el libro del Génesis: la creación, el pecado y con ello el destierro.


En la tabla central se presenta el Juicio final caracterizada por tres elementos, como lo menciona Walter Bosing en su análisis de esta obra: el primero de ellos es la pequeña e insignificante corte celestial que acompaña a Cristo en el cielo; el segundo, todo lo que se encuentra debajo de la corte celestial, que hace ver el juicio como el cataclismo universal en el cual la mayor parte del género humano perece, y el tercero y último se refiere al cuadro central en su totalidad que hace referencia a la tierra en su agonía final consumida por el fuego y el sufrimiento.
En la última parte del cuadro, el postigo derecho, El Bosco pinta el infierno. Para él, las agonías del infierno son principalmente físicas y la forma en que los demonios las llevan a cabo es infinita. Algunos autores creen que este pintor represento en algunos de los castigos cada uno de los pecados que señala en su cuadro El tablero de los siete pecados capitales y las cuatro postrimerías. Así, por ejemplo la avaricia es castigada con el ser quemado en la caldera, la gula con el beber vino de un barril con líquido de dudosa procedencia, la ira poniéndole herraduras a los seres pecadores, entre otros; sin embargo, no es claro si esta hipótesis sea cierta. Es allí donde “El Bosco expresa eficazmente el concepto medieval del infierno, como un estado en el cual se convierten en un caos las leyes de la naturaleza que fueron establecidas por la divinidad” (Boring, 2000. Pág. 36); lo cual complementa, con la representación de especies espeluznantes que no pueden ser definidas o descritas debido a su rareza.
Este análisis un tanto estructural de la obra, no solamente refleja la influencia del contexto en el que vivía El Bosco respecto a cómo desarrollo sus pinturas, sino que también da cuenta de elementos propios de sus creencias, de su ideología respecto al cielo, al infierno y en general, hacia las conductas humanas. Esto permite ver que como dice van Dijk en su libro Ideologías: una aproximación multidisciplinaria (1998), que el discurso ideológico se reproduce y se hace evidente en las situaciones sociales en general y en los contextos específicos del discurso, lo que sugiere que al final estas ideologías no sean propiamente grupales sino que tiendan a ser individuales, ya que cada uno tiene una percepción particular de esas creencias de acuerdo a su experiencia pero además cada uno pertenece a varios grupos ideológicos al mismo tiempo.

Con ello se entiende que para poder comprender los cuadros de El Bosco es necesario tener ciertos conocimientos previos acerca de la simbología del arte, el arte en la Edad Media y, evidentemente, de la religión (Católica, especialmente) y la Biblia, ya que son estos aspectos los que permitirán entender la intención del pintor y el significado real de sus pinturas; es decir “se estructura la representación del discurso no solo internamente, sino externamente en relación a mucha otra información”. (Van Dijk. Pág. 86).
Además, como afirma Van Dijk en su libro Ideología: una aproximación multidisciplinaria (1998) “además de las condiciones contextuales de credibilidad, también la naturaleza de las estructuras semánticas (y otras) pueden tener (para distintos participantes) diferentes influencias en la construcción y aceptación de modelos, y en la subsiguiente generalización a representaciones sociales que son parte de la reproducción ideológica”; lo que muestra la posibilidad de que se den diferentes interpretaciones de un mismo signo y que en ellas influya el elemento cognoscitivo propio de cada observador, pero que este conocimiento siga siendo lo suficientemente general como para que otros lo reconozcan.

El llamativo arte del El Bosco también influyó en muchos autores y otros artistas que quisieron analizar sus obras y darles fecha. Sin embargo, el primero en ser influenciado fue el sacerdote español José de Sigüenza puesto que fue el primer analista del pintor. Esta es su opinión: “La diferencia entre las pinturas del Bosco y las de otros es que los demás procuraron pintar al hombre tal cual parece por fuera; éste sólo se atrevió a pintarle cual es por dentro (...) Los cuadros del Bosco no son disparates, sino unos libros de gran prudencia y artificio, y sí disparates son los nuestros, no los suyos, y, por decirlo de una vez, es una sátira pintada de los pecados y desvaríos de los hombres” (Pijoán. Pág. 136) Esto evidencia la influencia dentro del ámbito de la psicología social que generó en él el discurso pictórico de El Bosco. En palabras de Van Dijk “(…) la psicología social y del estudio de la comunicación de las masas. Estas disciplinas examinan cómo un individuo es influido por el discurso de otro y cómo grupos de individuos son así influidos por procesos de comunicación pública en el contexto social.” (Van Dijk. Pág. 98). Así que, como vimos anteriormente, tal influencia hizo que el estado cognoscitivo del sacerdote cambiara, haciéndole reproducir otro discurso: el libro Fundación del Monasterio de El Escorial en 1605.

Bibliografía
Bosing, W. (2000). El bosco: entre el cielo y el infierno. Germany: Benedikt Taschen Verlag Gmbh Hohenzollernring.
Gauffreteau, M. (1969). Hieronymus bosch “el bosco”. Barcelona: Editorial Labor, SA.
Dijk, T. (1996). Estructuras y funciones del discurso. España: Siglo XXI editores.
Dijk, T. (1998). Repreduccion. En: Ideología: una aproximación multidisciplinaria. Barcelona: Gedisa editorial.
---. (2014). El jardín de las delicias. Tomado de http://es.wikipedia.org/wiki/El_jard%C3%ADn_de_las_delicias.
---. El jardín de las delicias. Tomado de: http://mupart.uv.es/ajax/file/oid/963/fid/2047/JARDIN%20DE%20LAS%20DELICIAS.pdf
---. La Santa Biblia. Sociedades Bíblicas en América Latina. Edición: Reina Valera. 
Reseña Nº 2: El discurso y su incidencia en el ser humano y su contexto

Teun van Dijk, en el capítulo 4 Discurso, cognición y comunicación de su libro Las estructuras y funciones del discurso, presenta el discurso desde una doble faceta: como habilidad y proceso cognitivo y como herramienta de comunicación e interacción con los otros y con el contexto. Así, el autor resalta estos elementos como fundamentales para realizar un análisis del discurso concienzudo y riguroso, que dé cuenta de manera detallada de todos los aspectos que intervinieron en la situación. Para ello, el capítulo cuenta con una introducción que explica el porqué de la temática que se va a trabajar seguido de unos segmentos que estudian a profundidad el aspecto cognitivo y social del discurso y finalmente brinda una conclusión en la que plantea las ideas centrales que se presentan en el capítulo.
Teun Adrianus van Dijk es un lingüista neerlandés famoso por ser uno de los fundadores del Análisis crítico del discurso. Sus investigaciones, centradas en el discurso, desarrollan aspectos como la teoría literaria, la pragmática del discurso, la psicología del procesamiento del discurso, las noticias, el discurso racista, la ideología, el conocimiento y el contexto, entre otros; dándole importancia a cada uno de estos aspectos para el entendimiento del discurso en toda su magnitud y complejidad.
Es así como van Dijk, en este texto, realiza el análisis del discurso desde dos frentes: el de la cognición y la comunicación. Para él, no se puede realizar un análisis adecuado del discurso si no se le da la importancia necesaria a los procesos cognitivos implicados en este aspecto y que son los que al final determinan el uso y la influencia que tiene el discurso dentro de un contexto social. Plantea entonces que los procesos de comprensión y producción, procesos internos, son los que permiten reducir y organizar la información en la memoria (bien sea la de corto o largo plazo), gracias a los cuales la persona puede almacenar de manera jerárquica la información que recibe transformando su estado cognitivo y los conocimientos que hacen parte de él (comprensión), y además puede recuperar, por el recuerdo o el reconocimiento, y reproducir en el momento que desee la información útil para producir un nuevo discurso.
Esto va acompañado de unos procesos externos como lo son los actos de habla, es decir las actuaciones producto de convenciones sociales, y más específicamente los HECHOS, que se entienden como la suma de proposiciones o elementos (contextuales) que explican una situación; mediante los cuales se puede producir un discurso determinado en cierto contexto y con una población específica teniendo en cuenta además los aspectos para-textuales y no verbales que cumplen un papel determinante dentro de la emisión e interpretación del discurso. Con ello, se hace evidente el papel del discurso en la interacción en las situaciones reales en las que su influencia es significativa y produce ciertos efectos, casi siempre indirectos, en sus participantes los cuales pueden llegar a cambiar su estado cognitivo, es decir, sus actitudes, necesidades, deseos, opiniones, creencias y conocimientos que gracias a una tradición y una serie de convenciones el sujeto considera como suyos.
Con este texto, van Dijk logra hacer un análisis bastante completo sobre el discurso como práctica social, que implica el uso de una serie de habilidades y capacidades por parte de quienes participan en este proceso y que se ven inmersos en una transformación constante, enriquecedora e importante para la construcción del sujeto como ser individual y social. Se hace entonces evidente que el discurso consigue penetrar todos los ámbitos de cualquier sociedad, constituyéndose como elemento fundamental en la interacción y en la comunicación y cumpliendo un papel determinante dentro de la construcción de las estructuras cognitivas que hacen a los sujetos capaces de comprender su entorno, producirlo y reproducirlo de manera constante, original y coherente.
Es claro que, como lo afirma van Dijk, la sociedad necesita realizar un análisis del discurso, que refleja al ser humano y su comportamiento y que construye una idea, cada vez más próxima, sobre cómo él hace uso del lenguaje y con qué motivo lo hace y, a partir de ello, qué incidencia o efecto puede tener esto en su contexto social y en quienes participan en él.
La publicidad y la televisión, por ejemplo, juegan con nuestros conocimientos e intereses para generar un discurso donde comunican mensajes para que nos veamos influenciados y sintamos especial interés en lo que nos quieren transmitir. Del mismo modo, cada lector/oyente interpreta y recibe el discurso de manera diferente no solo por su estado cognoscitivo, sino por la carga semántica que le brinde a cada proposición que conforma el discurso.
Por todo lo mencionado anteriormente, se puede decir que el texto de Van Dijk es fundamental dentro de la ciencia discursiva ya que establece relaciones entre conceptos, abre muchas posibilidades para entender, comprender y analizar correctamente cualquier discurso y permite deducir de forma más amplia y completa la teoría del discurso con todas sus estructuras y niveles que son muy importantes para lo que estudian las variantes del discurso.

Bibliografía
VAN DIJK, A. Teun. Estructuras y Funciones  del Discurso. 1980. México D.F. Siglo Veintiuno Editores, S.A de C.V. 204 páginas.